domingo, 7 de marzo de 2010

Marcha atrás


El tema de la marcha atrás es extremadamente complejo. Y me refiero ahora al ámbito de las libertades y los derechos sociales. En un sistema democrático consolidado como el nuestro y como el de los países de nuestro entorno, hay cosas que ya resultan inaceptables.

Nadie pide la pena de muerte para los adúlteros, no se ordena la quema masiva de libros herejes, no se persigue a los ateos. No se ponen en duda la emancipación de la mujer, no se segrega en las aulas o en el transporte público por cuestiones de raza (aunque sí de sexo).

Afortunadamente, podemos decir que el racismo, la homofobia, la intolerancia religiosa, el machismo o las tabúes sexuales poco a poco se van derribando. Nadie piensa ya en una posible marcha atrás en el desarrollo de estas libertades.
Sin embargo, parece que la abolición de la esclavitud resulta un tema mucho más reversible que todos los asuntos anteriormente mencionados. Resulta que los trabajadores, en su faceta de asalariados, no cuentan con derechos inalienables. Que se puede volver a principios del siglo XX, a mediados del XIX, al XVIII.

La última idea de la patronal ya la conocen: Crear un contrato para los menores de 30años sin derechos sociales: sin derecho a paro, sin reconocimiento en la seguridad social, sin indemnización por despido y, en el mejor de los casos, cobrando el salario mínimo interprofesional.

Ante el revuelo causado, hoy el dueño de esa compañía de aviones que dejó tirados a cientos de clientes ha dicho que era sólo un ejemplo. Parece claro que los de siempre siguen empeñados en demostrarnos que siempre habrá clases y clases. Quizás sea el momento de los que pertenecen a la clase mayoritaria vuelvan a poner pie en pared para recordad que hay límites que nadie, nunca más, volverá a traspasar. Aunque sea de mentirijilla, con ejemplos tan vergonzosos como éste.

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