lunes, 26 de abril de 2010

Éxito


"Muchos fracasos de la vida han sido de hombres que no supieron darse cuenta de lo cerca que estaban del éxito cuando se rindieron." (Thomas Edison)

viernes, 16 de abril de 2010

14 de abril


(Comentario del programa "De cuatro a seis" del 14 de abril de 2010)

Que la II República fue un período democrático de la historia de España brutal e ilegalmente abortado por un golpe de Estado que provocó una cruenta guerra civil, no tiene discusión. O al menos no debería tenerla.

Lamentablemente afloran las posturas revisionistas que pretenden justificar aquel execrable levantamiento militar que supuso un atentado contra la libertad individual y colectiva de los ciudadanos españoles. En ningún caso los fallos cometidos por los diferentes gobiernos republicanos que no supieron plasmar una estabilidad de facto en el conjunto del país, pueden convertirse en modo alguno en justificación del golpe franquista.

Apuntado, conocido y reconocido ésto por la inmensa mayoría de la sociedad civil, política y mediática contemporánea, no debe sin embargo hacernos víctimas de anacronismos.

Hoy, 79 años después de aquél 14 de abril, vivimos una realidad radicalmente diferente. Una realidad protagonizada por la etapa democrática más amplia y estable de nuestra historia. Con carencias, en efecto. Con retos, por supuesto. Con debilidades, evidentemente.

Pero una etapa construida sobre la sangre, el sudor y las lágrimas de varias generaciones de españoles. Una etapa que tiene el pilar básico del consenso, de la reconciliación. Y con la asimilación mutua de las dos Españas de que para llegar a esto había que dejarse cosas, muchas, por el camino. Una etapa por cierto con bandera propia, acatada por todos en su día.

No debemos olvidar que el 14 de Abril de 1931 es una fecha clave en nuestra historia reciente: desembarcó en nuestro país la democracia. Pero esto también lo reconocen los que a las manifestaciones van sin la tricolor.

Aquella guerra la perdió la democracia. La ganó la ilegalidad. En efecto, al final pasaron. Algo que condenamos, pero que ya no podemos cambiar. Por mucho que algunos sigan abrazados a banderas de otros tiempos.

martes, 6 de abril de 2010

Como Melvin


Seguro que muchos recuerdan a Jack Nicholson en Mejor Imposible. Encarnaba a Melvin, un maniático compulsivo que cerraba y abría varias veces los cerrojos de su piso al entrar o salir y que sorteaba de manera obsesiva las líneas del acerado cuando paseaba por la calle. Alguien tan escrupuloso como para llevarse los cubiertos de casa al restaurante o como para usar hasta una decena de pastillas de jabón para lavarse una sola vez las manos.

Un personaje delicioso del cine contemporáneo. Pero también un ejemplo a seguir.

¿Se imaginan que los líderes de los partidos políticos fueran como Melvin? Maniáticos compulsivos. Enfermizos del rigor autoimpuesto. Sólo haría falta que en vez de obsesionarse con las rayitas de las aceras lo hicieran con vaciar las cloacas de sus propias formaciones. Que fueran enfermizamente tozudos, no para arrojar al cubo de la basura las inocentes pastillas de jabón de glicerina, sino para desterrar de por vida a los que tienen las manos sucias de robar. Que no se llevaran el tenedor y el cuchillo de casa pero que sí prestaran toda su atención en conocer con quién comparten mesa y mantel durante tantos años.

O el personaje encarnado por Nicholson se convierte pronto en un referente político de este país, o quizás un día despertemos y ya sea tarde: todos pensaremos que todos son iguales. Que pase lo que pase nunca pasa nada.

Ojo con esto. Ése día los partidos, los políticos y la democracia compartirán espacio con las pastillas de jabón de Melvin.