miércoles, 6 de mayo de 2009

Más democracia

16 Febrero 2007

Los asesinatos de Politovskaya y Litvinenko han dejado claro, una vez más, que muchas de las políticas y acciones que se llevan a cabo actualmente en la Rusia de Putin, distan en exceso de una realidad democrática.
Preso aún de los intereses de los oligarcas que lo ascendieron al poder y obsesionado con la idea de hacer de Rusia una nueva potencia basada en sus recursos energéticos, Vládimir Putin ha optado por rechazar las vías institucionales y democráticas para implantar un modelo que, actualmente, vive bajo la sospecha de numerosos crímenes y agresiones contra la libertad.
Esta misma realidad se impone también en el conflicto checheno, sólo reflejado en los medios de comunicación mundiales en momentos de ataques terroristas, pero que cada día escribe una página de la historia más oscura de la Europa reciente.
Calificado por Human Rights como “la mayor crisis humanitaria que vive actualmente Europa”, la guerra del Cáucaso es una muestra evidente de la política rusa: asesinatos selectivos, torturas, crímenes de guerra, violaciones de los derechos humanos, elecciones cuestionadas y un territorio sitiado en el que han muerto más de 100.000 personas, la mayor parte civiles. Unas acciones que se intentan silenciar con la prohibición de acceso a grupos pro derechos humanos y con la continua amenaza hacia los que deciden optar por la libertad de expresión. Todo ello es calificado por el Kremlin como una “legítima lucha antiterrorista”, algo que le basta y le sobra como justificación a Occidente, decidido también a sustituir libertades por seguridad y demasiado cobarde para hacer frente a uno de sus principales proveedores de gas y petróleo.Rusia ha optado por “la vía rápida” en Chechenia, dentro de un plan global para controlar los gaseoductos y oleoductos de la zona que le permitan convertirse en la nueva potencia de una Europa menguante. Ésta, junto a Estados Unidos y el conjunto de la Sociedad Internacional, tiene la obligación de pararle los pies y exigirle la investigación de los crímenes sin resolver, el respeto a los derechos humanos y la implantación de una democracia real como primera piedra para una posible negociación para la paz de Chechenia.

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