miércoles, 17 de junio de 2009

Defender lo público


- ¿No tienes frío? Te está dando el aire acondicionado de pleno…
- Déjalo, si me resfrío me cojo 15 días de baja y punto…
- Le comentó a su compañera de oficina con una desgana casi infinita, como si entre pronunciación de palabra y palabra fuese a quedarse dormida, mientras tiraba del cable del ratón de su ordenador hasta situarlo más cerca suya.

La conversación llamó la atención del chico que aguardaba inquieto en una cola eterna su turno para darse de alta en las listas del paro y para entregar la documentación que le iba a permitir optar a una beca para trabajar en el extranjero.

Los 90 minutos de espera le daban tiempo para casi todo: Para comparar si el número de personas que aguardaba turno era mayor o menor al de hace unos meses, para revisar las últimas novedades de cursos ofertados a los desempleados, y para observar a los verdaderos rostros de la puta crisis. Con una media de edad insultantemente joven en su mayoría. Obligados a invertir una parte de los mejores años de sus vidas en sus casas, en la calle, o en una cola del INEM.

De pronto, el número del ticket ya sudado que sujetaba en la mano apareció en el panel electrónico hacia el que todo el mundo dirigía permanentemente la mirada: Número 29, mesa 19.

-Buenos días- Saludó amablemente el chico al llegar al puesto de atención indicado, mientras tomaba asiento y colocaba sobre la mesa la documentación de la beca.
-Pufff… - Contestó la señorita al otro lado al mirar los papeles.
-Venía a entregar la documentación del programa…
-Ofú… con el dolor de cabeza que tengo yo hoy…- le interrumpió ella cerrando los ojos e inclinándose hacia atrás en el respaldo de su silla.

El joven contemplaba la escena atónito.

-¿Tú sabes cómo funciona el tema éste? – preguntó ella al compañero de la mesa número 20, sin incorporarse del respaldo y en un tono aún más cansino que el de la señora que esperaba coger un constipado para darse de baja.
-Yo qué se… - Respondió él indiferente- Paco nos explicó ayer algo, pero yo no me enteré muy bien. Además, para uno que viene, no me voy a comer el coco ahora…
-Mira hijo, haz una cosa.- Dijo la señorita de la mesa número 19, ahora sí, cambiando su postura. – Quédate con el ticket del número que te correspondía, y espera a que se quede libre el compañero de la mesa número 21, que es quien lleva este tema…
-Ya pero…mi número ya ha pasado…
-Tú no te preocupes, que yo le digo que el próximo eres tú. Espera fuera, que él mismo te avisa.

Con los ojos como platos, el joven volvió a dirigirse a la sala de espera de la oficina, con una mezcla extraña entre profundo asombro y principio de indignación.

A los diez minutos de la nueva espera, decidió ir en busca del compañero de la mesa número 21. Efectivamente, estaba ocupado atendiendo a una joven que presumiblemente también andaba informándose sobre los requisitos para optar a esa beca.
20 minutos, 30, 40 minutos más de espera, y por fin la chica que era atendida en la mesa número 21 se levanta de la silla. Entonces, el joven que fue rechazado en las mesas 19 y 20 y que llevaba más de dos horas de espera se dispuso a acercarse para que, por fin, le atendieran.

- No, no, no… Esta mesa estará cerrada durante media hora – Comentó el señor de la mesa 21 casi indignado al ver acercarse al chico.
-¿Cómo dice? Es que su compañera me ha comentado que…
- Que no, que no. No sé lo que dice mi compañera, pero yo me voy a desayunar.
-¿Cómo dice? – Repitió el joven paralizado por la rabia y el asombro, tan sólo unos segundos antes de perder definitivamente la calma.-¡Llevo más de dos horas para que me recojan de una puta vez estos papeles que su compañera de la mesa 19 me ha rechazado porque le dolía la cabeza! ¡He esperado mi turno durante más de una hora y después me ha dicho que me esperara a que me atendiera usted! – gritó.
-Ya, pero es que es mi hora del desayuno.
-¿Cómo dice?- Insistió- Eso dígaselo a su compañera.
-Que me da igual mi compañera, que te esperes aquí si quieres y a la vuelta te atiendo. Que me voy a desayunar, que ya es hora…

Mientras la impotencia se adueñaba de él viendo alejarse a aquel señor hacia la puerta, observó en la cristalera un cartel que rezaba: Horario de oficina, de Lunes a Viernes de 9 a 14 horas.

-¡¡¡Sccchhhhhhh!!!... – ordenó alguien- Con estos gritos no se puede trabajar.
-¿Trabajar? ¡¡¡Viva el empleo público panda de ladrones!!!- se desahogó.

Al menos por este año no conseguirá la beca para trabajar en el extranjero. De vuelta a casa tiró toda la documentación en una papelera mientras blasfemaba y soltaba tacos entre dientes, y mientras pensaba que algún día llegaría la derecha más rancia con su guadaña privatizadora y él tendría que emular a la madre de Boabdil “el Chico” tras la Reconquista de Granada, afirmando: no lloréis como empleados explotados, lo que no supisteis defender como dignos funcionarios.

2 comentarios:

  1. Monro!!! No serías tú el chico indignado (y con razón ehh???) ¿Cómo te va todo?? ¿Andás por Sevilla? Yo estoy en Barcelona. Esto de la crisis, además de crear paro, ha hecho que todos nos movamos. A ver si nos vemos... Yo intento ir cuando puedo a Madrid.
    Bueno, mucho ánimo y enhorabuena por el blog.

    DIEGO LOCALIA

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  2. Gran cierre Jose, ¡¡sí señor!!

    Tendremos que apoyarnos entre los pocos de izquierdas del grupo no?

    (Soy Aza)

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