miércoles, 14 de septiembre de 2011

11-S, ¿Por qué?


Desde los entretenidos “cómo vivió ‘fulanito’ el 11 de septiembre”, pasando por intentar adivinar qué sería hoy el mundo de no haberse producido la tragedia, hasta planteamientos tan ingeniosos como el de la 2 Noticias con “qué se iba a contar en los informativos aquel martes, y nunca se contó por los atentados”.
La efeméride de la primera década del 11-S ha dejado una interesante y profusa colección de reportajes, crónicas, entrevistas y recordatorios varios en los medios de comunicación, como no podía ser de otra forma.
Pero, bien por torpeza en la búsqueda, o tal vez porque no ha sido demasiado prodigado, he echado de menos estos días un enfoque que me despierta especial interés. ¿Por qué ocurrió el 11-S? ¿Lo tenemos claro diez años después?
Desechando ‘conspiranoias’ que vienen a situar a los propios EEUU detrás del diseño de la matanza, tropiezo con un interesante análisis de Peter Bergen, el único periodista occidental que logró entrevistar a Osama Ben Laden. Destaco los puntos que me merecen una mayor relevancia.
1.- Entrenados para matar. La guerra de Afganistán contra la URSS radicalizó a toda una generación de militantes islamistas que, entrenados y armados por los propios Estados Unidos de América, fueron el germen de una organización fundada en 1988 bajo el nombre de Al Qaeda.
2.- Humillación. Según el investigador Bernard Lewis, existe en el mundo islámico un sentimiento generalizado de humillación desde hace décadas, simbolizado en el final del imperio otomano y su “ignominiosa división por parte de los británicos y los franceses tras la Primera Guerra Mundial”. Afirma Peter Bergen que “para Ben Laden, el acuerdo Sykes-Picot de 1916 que dividió el imperio otomano entre los franceses y los británicos tiene la misma resonancia que la que tuvo para Hitler el tratado de Versalles de 1919”. Algunas semanas después del 11 de septiembre de 2001, en Al-Yazira, Ben Laden dijo: “Lo que Estados Unidos está probando ahora es algo insignificante comparado con lo que nosotros hemos saboreado por decenas de años... Ni Estados Unidos ni la gente que vive allí podrán volver a dormir seguros antes de que nosotros podamos hacerlo en Palestina, y no antes de que los ejércitos de los infieles abandonen la tierra de Mahoma”.
3.- Política exterior. Según Ben Laden, lo que quiso combatir con los atentados es precisamente la política exterior de Estados Unidos en Oriente Medio, especialmente el apoyo a Israel en el conflicto con Palestina, y no la cultura occidental (de hecho, nunca hizo mención a Hollywood, la homosexualidad o las drogas).
4.- Globalización. La extensión de las redes de comunicación gracias a Internet y también a los canales de televisión vía satélite durante la última década del siglo XX, hacen que en 2001 los militantes islamistas estén mucho más informados de la suerte que corren musulmanes en Cachemira, Palestina, o los Balcanes, y del rol que juega Occidente en muchos de esos conflictos.
5.- Cómplices. Los regímenes autoritarios de Oriente Medio ayudaron a incubar militantes. Sayyid Qutb, líder del movimiento militante yihadista, y más tarde Ayman al-Zawahiri, el número dos de Ben Laden, se radicalizaron durante el tiempo que estuvieron en las cárceles de El Cairo. Para Bergen, no es un accidente que tantos miembros de Al Qaeda hayan sido egipcios y sauditas.
6.- Odio engendrado en Occidente. Tres de los cuatro pilotos suicidas y dos de los terroristas que planearon los atentados radicalizaron sus posturas islamistas viviendo en Occidente. La falta de integración y la discriminación parecen haberlos volcado hacia el extremismo. De hecho, un estudio llevado a cabo por el analista Swati Pandey y por el propio Peter Bergen arroja una conclusión alarmante. Uno de cada cuatro terroristas involucrado en ataques a Occidente (Nueva York, Madrid, Londres), había estudiado en universidades occidentales.
7.- Ataque estratégico. Del mismo modo que Estados Unidos puede que subestimara el riesgo de un ataque en su propio territorio procedente del terrorismo islamista, parece ser que Ben Laden consideraba a Estados Unidos un tigre de papel. Capaz de soportar apenas algunos golpes antes de retirar su custodia de territorios dominados por regímenes aliados a Occidente, dejándolos así más vulnerables y accesibles al yihadismo.
Diez años después, Al Qaeda ha sido descabezada, y sus líderes, con Ben Laden a la cabeza, eliminados. La red terrorista parece ganar influencia en el Magreb y, sin embargo, no ha conseguido tutelar las revueltas en Egipto, Túnez o Libia.
¿Empezó Al Qaeda a construir su declive el 11 de septiembre despertando (otra vez) a un gigante dormido y despertando también el recelo de la mayoría del islam? ¿Fue profético, por el contrario, Hosni Mubarak cuando afirmó que la guerra de Irak generaría “100 nuevos Ben Laden”?
Quizás sea ése el legado del hombre que ideó el mayor ataque terrorista de la historia contra Estados Unidos. Y quizás obviar las causas sea una mala manera de disminuir las probabilidades de que acciones de este tipo puedan repetirse.

1 comentario:

  1. No conocía tu blog, amigo. Me gusta. Lo seguiré.Besos castoss- José Pablo

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