martes, 6 de abril de 2010

Como Melvin


Seguro que muchos recuerdan a Jack Nicholson en Mejor Imposible. Encarnaba a Melvin, un maniático compulsivo que cerraba y abría varias veces los cerrojos de su piso al entrar o salir y que sorteaba de manera obsesiva las líneas del acerado cuando paseaba por la calle. Alguien tan escrupuloso como para llevarse los cubiertos de casa al restaurante o como para usar hasta una decena de pastillas de jabón para lavarse una sola vez las manos.

Un personaje delicioso del cine contemporáneo. Pero también un ejemplo a seguir.

¿Se imaginan que los líderes de los partidos políticos fueran como Melvin? Maniáticos compulsivos. Enfermizos del rigor autoimpuesto. Sólo haría falta que en vez de obsesionarse con las rayitas de las aceras lo hicieran con vaciar las cloacas de sus propias formaciones. Que fueran enfermizamente tozudos, no para arrojar al cubo de la basura las inocentes pastillas de jabón de glicerina, sino para desterrar de por vida a los que tienen las manos sucias de robar. Que no se llevaran el tenedor y el cuchillo de casa pero que sí prestaran toda su atención en conocer con quién comparten mesa y mantel durante tantos años.

O el personaje encarnado por Nicholson se convierte pronto en un referente político de este país, o quizás un día despertemos y ya sea tarde: todos pensaremos que todos son iguales. Que pase lo que pase nunca pasa nada.

Ojo con esto. Ése día los partidos, los políticos y la democracia compartirán espacio con las pastillas de jabón de Melvin.

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